La capacidad de razonar y entender es importante para nuestro bienestar, pero también lo es nuestra capacidad de sentir emociones. Veamos cómo están relacionadas estas dos capacidades.
La inteligencia es algo maravilloso. Nuestra capacidad de razonar, de tomar decisiones racionales y de ver las cosas de forma analíticamente le ha dado a la humanidad muchas cosas maravillosas. Pero cuando la mente opera sin el corazón, cuando el intelecto manda sin humildad, con frecuencia terminamos metidos en problemas muy graves. Tan sólo en el siglo XX vimos a la nación más culta en Europa iniciar el Holocausto y los científicos más creativos que hay entre nosotros se las arreglaron para arruinar nuestro aire y agua potable.
¿Te has preguntado por qué tantas personas parecen tenerles miedo a sus sentimientos? Están decididos a evitar parecer sensibles abiertamente y con frecuencia se comportan rencorosamente con los demás que tienen control de sus sentimientos fuertes. Quieren tener el control en todo momento, pero una de las cosas sobre ser totalmente humano es reconocer que la razón sólo llega hasta cierto punto. Hay algunas cosas en la vida que son profundamente misteriosas. Estas desafían la explicación lógica y nos exigen que aceptemos en vez de que entendamos.
A veces, necesitamos cuidar y ser amables en vez de disecar y analizar. ¿Recuerdas los científicos de la película «E.T.»? A ellos los impulsaba su intelecto para estudiar a esta criatura maravillosa, en vez de amarlo y aprender de él, algo que los niños hicieron con toda naturalidad.
Por lo tanto, no dejes que tu búsqueda de comprensión de la vida no te deje realmente experimentarla y no dejes que tu deseo de tener conocimientos no te permita adquirir la verdadera sabiduría.
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